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Politica Implosión en Cultura: el caso Cenizo y la salida de Marino

30-08-2023

Implosión en Cultura: el caso Cenizo y la salida de Marino

Confirmaron que la licenciada no es más la directora de Gestión Cultural. Salió a la luz que su superior, a cargo de una de las áreas más cuestionadas, cobra un “plus salarial” de más de $300 mil.


Este martes, tras días de rumores, se confirmó el desplazamiento de la licenciada en Gestión del Arte y la Cultura, Agustina Marino, directora de Gestión Cultural del Municipio. Tenía a su cargo la administración de los museos, el Centro Cultural "San José" y el Archivo Histórico, con 42 personas a cargo. Dependía de manera directa de Bruno Cenizo, Subsecretario de Cultura y del Secretario de Desarrollo Humano y Calidad de Vida, Diego Robbiani.


Desde prensa municipal confirmaron que las directoras desplazadas son 3: Agustina Marino, Florencia Guarino y Natalia Paz. Estas dos últimas dependían del área de Desarrollo Económico y se desempeñaban como Directora de Estadísticas y Estrategia Productiva y responsable de la Autoridad de Registro de la Firma Digital, respectivamente. Pero no se informaron las razones.


Sin embargo, Agustina Marino sí dio alguna pista de las razones del desplazamiento en su descargo, en el que además, lamenta “las formas antiéticas e inhumanas”.
 

Marino, textualmente, señaló a Verte: "El día domingo 27 de agosto me enteré por allegados y periodistas que estaba corrida de mi cargo como Directora de Gestión Cultural. No es grave la baja del cargo sino las formas antiéticas e inhumanas, sin respeto por la identidad, la historia y el trabajo realizado. Es lamentable y doloroso el hecho de que hoy la política ignore el conocimiento técnico y la gestión, priorizando intereses, militancia y aportes”.
 

La profesional añadió: “Me encontrarán siempre trabajando en territorio, en cada espacio que así lo requiera. Hoy agradezco lo aprendido, la formación y la fortaleza de cada equipo que mantiene adelante los museos, el Archivo Histórico, el Centro Cultural y cultura en general. Gracias por los mensajes y llamados que han nutrido mi corazón e historia profesional".


La exfuncionaria se lamentó del trato recibido y confirmó lo que era un secreto a voces: que los motivos de su desplazamiento y de las otras dos directoras tienen relación lineal con su resistencia o negativa a aportar parte de su sueldo para una especie de “fondo común” que financia la campaña política.
 

Tras el mal desempeño del oficialismo en las elecciones del 13 de agosto, la búsqueda de culpables no se detuvo y parece haber encontrado una manera de aleccionar al resto de los funcionarios, con la salida, ruidosa, de estas tres mujeres.


Pero, así como ellas son “castigadas” por no aportar para la campaña o destinar parte de su tiempo a “militar” la lista de los Galli, su inmediato superior, el abogado Bruno Cenizo, ha gozado, en los últimos dos años, de una especie de “premio”. ¿De qué se trata? El subsecretario de Cultura percibe un 37% de bonificación por “tiempo pleno”, que en el último recibo de sueldo alcanza el monto de $319.216, de manera que su sueldo líquido alcanzó los $736.084.
 

La medida administrativa que se tomó en 2022, cuando Cenizo se hizo cargo de Cultura tras su paso por el Concejo Deliberante, fue un decreto (154/22), en el que se disponía que el mencionado funcionario cobrara “una bonificación por tiempo pleno” equivalente al 37% del sueldo básico que percibe. La decisión se enmarcaba, además, en un decreto de 2016, (1621/16) que avalaba que los funcionarios recibieran bonificaciones especiales, “a través de un porcentual adicional que respete el equilibrio fiscal”. Lo curioso de la situación de este 2023 es que no se conoce la medida administrativa que respalde la decisión de seguir pagándole ese “plus” y lo que sí se conoce es que el Municipio está francamente en déficit, con un saldo negativo que supera los 750 millones de pesos.
 

Otro dato es que el monto del sueldo de Cenizo queda por encima de lo que perciben funcionarios con rango de Secretarios como su superior Diego Robbiani, o Germán Caputo, Julio Ferraro e Hilario Galli. La desproporción es mayor aún si se toma nota que el sector de Cultura ha sido un talón de Aquiles de la gestión que está por terminar su segundo mandato. De hecho ha sido a lo largo de los casi ocho años una de las áreas menos activas de la actual administración municipal.


¿Alguien puede pensar en la Cultura?


Cuesta encontrar algún hito destacado en lo que a gestión cultural se refiere, y aparecen con mayor facilidad todos los señalamientos que a lo largo de estos años se han realizado. Ha sido apuntado en numerosas oportunidades el recorte presupuestario que ejecutaron en esa área, acentuado notoriamente en la pandemia y los años subsiguientes. Ello implica que en la actualidad la inversión sea del 1,6% del presupuesto municipal, la cifra más baja en la historia reciente del Municipio de Olavarría.


¿Resultados palpables de esa baja o casi nula inversión? La falta de apoyo oficial -y hasta el desprecio- a las fiestas de las localidades (entre ellas la emblemática Fiesta de Reyes Magos), la escasa actividad en los museos comunitarios de los pueblos y en el Centro Cultural “San José”, la suspensión de la Feria del Libro, la drástica reducción del plantel de la Orquesta Sinfónica Municipal, la suspensión de la temporada regular y la desaparición del ciclo “Clásica y Solidaria”, como así también el notorio deterioro del edificio del Teatro Municipal o cancelación de la cancelación de la Cena Solidaria, de la que se llegaron a hacer 9 ediciones.


Lo sucedido en el verano pasado con los subsidios otorgados a las agrupaciones que participan de los Corsos no es un tema menor, por el que sin embargo ninguno de los funcionarios rindió cuentas. Integrantes de una de las murgas habían denunciado que una empleada de Cultura les pedía la presentación de “facturas truchas” para justificar parte del dinero que les habían otorgado.


El desfinanciamiento de las Escuelas Municipales de Educación Artística y la decisión, que quedará en la historia, de bajarle el sueldo a los docentes del área de Cultura en plena pandemia. Algunos recordarán que tras los reclamos de los artistas y docentes, la gestión decidió enviarlos a tomar la temperatura corporal en los accesos a la ciudad en vez de disponer que pudieran dar clases por zoom a los alumnos.


La palabra que resume todo es desidia. No se ha disimulado la falta de interés sobre la cultura y las expresiones artísticas, y no se ha advertido el valor que tienen para consolidar el sentido de la comunidad e identidad de los vecinos.


Ahora, es tarde.

 

 


 

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