03-11-2023
Es una especie invasora cada vez más habitual en plazas, parques y hasta en los patios de las casas olavarrienses. Salió de Eurasia y el norte de Africa para colonizar casi todo el mundo.
En el aire parecen tordos, en tierra también parecen tordos, pero son estorninos pinto, una especie invasora que está haciendo estragos en las especies autóctonas de aves y que en Estados Unidos, por citar un dato, se las responsabiliza de pérdidas en la agricultura por unos 1.000 millones de dólares al año y causantes de uno de los accidentes aéreos más recordados de su historia.
Hasta hace unos pocos años se los ubicaba en la ciudad de Buenos Aires y unos pocos kilómetros a la redonda. En el presente han colonizado casi un tercio de la superficie argentina y su presencia es cada vez más abundante en plazas, parques y hasta en los patios de las casas de los olavarrienses.
Nativos de Eurasia y el norte de África, en el siglo XXI no han dejado lugar sin habitar del mundo. Ha invadido Oceanía y América del Norte, Central y del Sur, para llegar por último a principios de los años ‘80 a la ciudad de Buenos Aires.
En Argentina fueron registrados por primera vez en el año 1987, de la mano de vendedores de animales exóticos, quienes al no poder ubicar los casales en el mercado los liberaron y al no tener predadores naturales se han incrementado muy rápidamente.
Según un estudio publicado por la Universidad de La Plata, hasta 2004 su distribución estaba restringida al AMBA. Actualmente ocupa un área núcleo de 907.000 km2 y se ha registrado en Córdoba, Santa Fe, Río Negro, Corrientes, Mendoza y en otros países incluyendo Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
Daniel Acosta, observador de aves, había detectado su presencia ya en 2015 en el partido de Olavarría. De aquellos dos individuos aislados en Sierras Bayas y otro en el Parque Cerrito hoy son cientos (y por qué no miles) los que sobrevuelan el cielo de la Ciudad.
El estornino amenaza con replicar en la Argentina en general, y en Olavarría en particular, el daño ocasionado como especie invasora en otras partes del mundo.
Mide unos 20 centímetros, puede llegar a pesar 100 gramos y su plumaje es negro (de allí su confusión con los tordos), aunque presenta brillos verdosos o violetas y en invierno tiene puntos blancos, de ahí viene su nombre “pinto”.
Casi no existe dimorfismo sexual. Al ser omnívoros no tienen problemas para adaptarse a cualquier tipo de ambiente: se alimentan de granos, insectos, frutas e incluso basura y compite con la avifauna autóctona por la comida.
También los sitios para anidar, como árboles, edificios u otras estructuras. El trabajo de la UNLP dice que estas elevadas tasas de éxito y la usurpación efectiva de nidos, sumado a los antecedentes de que se ven favorecidos por pequeñas urbanizaciones suelen afectar negativamente a las aves nativas, sugieren que los estorninos pueden ser una amenaza para las especies autóctonas en peligro de extinción si compiten con ellas.
Posee un canto ensordecedor, sobre todo cuando constituyen perchas comunitarias o cuando forman bandadas en una apretada formación geométrica, conocida como “murmuración”, con un vuelo muy peculiar, de manera uniforme y sincronizada.
En el caso de Estados Unidos, llegaron a Nueva York . El último censo calculó la existencia de alrededor de 200 millones de estorninos en América del Norte.
Motivado por su afición a la obra de William Shakespeare, fue introducido en los Estados por el farmacéutico y aficionado al teatro Eugene Schieffelin, que en marzo de 1890 viajó a Nueva York con dos jaulas llenas de estos pájaros y los liberó en el Central Park.
A lo largo de los años han causado devastación en hábitats y cultivos de los agricultores. Se estima que, cada año, esta especie invasora causa casi US $1.000 millones en daños a cosechas, particularmente árboles frutales.
En 1960 causaron el accidente por golpe de pájaro más mortal de la historia de la aviación. Las aves entraron en los motores de un avión cuando despegaba del aeropuerto Logan de Boston, y la aeronave se estrelló, matando a 62 personas.
En los años 40 la Casa Blanca para intentar su erradicación probó con altavoces que emitían sonidos de búho y las columnas alrededor del Capitolio estaban equipadas con cables electrificados.
No faltará mucho para que esta especie genere en Olavarría problemas económicos y ecológicos difíciles de mitigar. ¿Podrá detenerse este avance que parece incontenible?
Según el docente olavarriense Flavio Maldonado “vamos a tener que aprender a convivir y a limitarlos porque no hay un método eficaz que los frene, aunque puede pensarse en planes de mitigación ejecutados en el exterior dónde se subvenciona a quienes sufren pérdidas de producción por la acción de estos animales o se intenta trabajar con controladores biológicos entre otros métodos”.