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08-07-2024

La Máxima, clave en la conservación del “Rey de los Andes”

Bruno Vitale, coordinador del Bioparque que forma parte del programa desde hace dos décadas, habló con Verte. Casi 20 ejemplares nacidos y criados en Olavarría han sido liberados en la naturaleza.


Ayer se celebró el Día Internacional del Cóndor Andino (Vultur gryphus), el ave voladora no acuática más grande que existe en el mundo, y uno de los principales emblemas de Sudamérica y la Cordillera de los Andes.


La especie actualmente está catalogada como "Extinta en estado silvestre", por lo que la subsistencia de estos animales depende de las instituciones que forman parte de programas de conservación como el Bioparque ‘La Máxima’ en Olavarría, junto a Bioandina, Temaiken y Ecoparque.


La principal razón de la desaparición de esta especie se debe al uso de cebos envenenados, ya que al ser un animal carroñero, se alimenta de estos. Esta conducta disminuyó la población de cóndores en las últimas décadas a niveles alarmantes.


Desde 2004, el Bioparque juega un rol fundamental en la conservación y restauración de la población de estos ejemplares y ha llevado a la Ciudad a ser reconocida como "Olavarría, cuna de Cóndores".


“Nosotros en La Máxima contamos con una pareja reproductora que en la nidada pone dos huevos, uno se traslada a Ecoparque y el segundo queda acá, donde se cría con sus padres hasta la liberación”, explicó Bruno Vitale, coordinador del Bioparque.


Según precisó, el pichón es controlado y cuidado por el equipo hasta la edad aproximada de dos años, donde es trasladado hacia Río Negro para su liberación en la naturaleza, en las Sierras de Pailemán. “De ese evento participan pueblos originarios con un ritual de ceremonia que transforma el acontecimiento en algo más profundo”, expresó Vitale.


Desde el comienzo del Programa de Conservación del Cóndor Andino, Olavarría y el Bioparque La Máxima han logrado la liberación de 18 ejemplares, incluído Newen, el último de ellos, en octubre del año pasado.


Vitale informó a este medio que actualmente hay una cría a la espera de los trámites para su traslado, adaptación y posterior liberación en la naturaleza.


Programa ambicioso
 

Además de los cebos envenenados que han disminuido la especie, una de las características naturales que obstaculiza el repoblamiento del "Rey de los Andes" es la lentitud en su reproducción, y que el trabajo de los bioparques y reservas sea a largo plazo.


Por un lado, la edad en la que comienzan a reproducirse ronda alrededor de los ocho a once años y luego, los huevos son puestos cada dos.
 

“Los cóndores tienen parejas monogámicas, por lo que a veces es difícil lograr que dos especímenes tengan crías”, indicó Vitale, pero en el caso de La Máxima “la pareja reproductora ha propiciado muchas anidadas, por lo que ese problema no nos tocó”.


En este sentido, el coordinador contó que el programa, luego de la liberación, visualiza las rutas que empiezan a tener por la Patagonia mediante un anillo que se le coloca a cada ejemplar.


“Es bastante ambicioso porque buscamos que el Cóndor retorne hasta el mar”, sostuvo y agregó que “en algún momento el territorio habitado por esta especie llegaba hasta el Mar Argentino y a eso es lo que apuntamos”.


Además, expresó que en las liberaciones “ya se ha confirmado la presencia de ejemplares que no tienen anillo, es decir, son crías que se dieron en la naturaleza a partir de otros que fueron liberados”.


Vitale enfatizó en que la restauración del Cóndor en su hábitat no solo es importante para la preservación de la especie y los ciclos biológicos naturales, son fundamentales para evitar la proliferación de bacterias debido a los animales muertos gracias a su alimentación de carroña.


Sino que también son clave para las economías regionales de esas zonas. “Esos pueblos o ciudades que subsisten del turismo gracias a su fauna autóctona y las representaciones simbólicas también son fuertemente afectados por su disminución”.


Por último, Vitale resaltó la importancia de este tipo de programas para la restitución de especies y el rol del Bioparque La Máxima. “Además del Cóndor, también formamos parte del proyecto del Pecarí de Collar y el Guacamayo Rojo, seres vivos que hemos destruido por actividades humanas, y para nosotros es un orgullo poner nuestro grano de arena en su restauración”.

 

 

 

 

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