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08-09-2024

Una casa olavarriense que esconde un gran museo en su interior

Emilio Ripoll es un coleccionista y restaurador local que lleva casi medio siglo recolectando objetos históricos, como una brújula alemana de la segunda guerra.

Los objetos peculiares y antigüedades despiertan la curiosidad de miles de personas que se detienen a observarlos, pensando en las historias que hay detrás de ellos y cómo llegaron hasta allí.


En la mayoría de los casos estos interrogantes y asombro sólo se hacen presentes por unos cuantos minutos y luego se olvidan, pero en el caso de Emilio Ripoll no fue así. Comenzó recolectando viejos candados en los campos y actualmente en su hogar colecciona y ha restaurado cientos de objetos, desde pequeñas herramientas hasta autos clásicos.


Los inicios de su pasión se remontan hace casi 50 años atrás, cuando en 1975 se encontraba arando un campo en el camino a Crotto y debido a la intensa lluvia y no poder cumplir con su labor, se encontraba aburrido.


“Nos pusimos a recorrer y buscar entre la chatarra que había tirada y los primero que me llamó la atención fueron los candados, que tengo una cantidad terrible de todo tipo y años”, recordó Ripoll mientras observaba su colección en el interior de uno de sus dos galpones, donde guarda algunos de sus objetos.


En su vasta colección se destacan las piezas de ferrocarriles, como un crique de locomotora, y de maquinarias agrícolas, además de artefactos de uso poco común como encorchadoras de botellas de origen francés.


Algo que destaca dentro de su colección es una máquina de esquilar, perteneciente a los años 1800, de la que solo pudo recuperar la mitad y aún podría funcionar.


Los carteles de hierro fundido que tenían los nombres de cada estancia y también los antiguos señalizadores para las ciudades vecinas, que se colocaban cada legua y expresan la distancia en metros, a diferencia de los actuales que dimensionan los kilómetros.


Una de las curiosidades que señaló Ripoll es que se tratan de objetivos del siglo XIX y algunos señalan los viejos nombres de las localidades como “San Carlos” que corresponde a Bolívar.

Del mismo periodo histórico, también cuenta con armas de la época de la llamada “Conquista del Desierto” bajo el gobierno de Julio Argentino Roca.


Entre tantos artículos, el coleccionista destacó las chapas de los primeros hornos de la empresa Loma Negra, específicamente del uno y siete.


Uno de sus objetos más antiguos se trata de un trozo de teja de la ciudad de Ibatín, el primer asiento de la ciudad de San Miguel de Tucumán, fundada en 1565 ubicado originalmente un cuarto de legua al sur del actual río Pueblo Viejo.


Luego de la visita guiada por parte de Ripoll por su primer galpón, se dirigió al segundo donde funciona su taller que está repleto de autos clásicos, un jeep militar y antiguos tractores.


Solo al entrar se encuentra un chasis en proceso de restauración de un automóvil militar en el que Ripoll se encuentra trabajando, y a su izquierda un Ford modelo T que quedó a medio restaurar.


“Ese lo compré por partes y lo fui armando, los domingo me iba a un lugar donde vendían repuestos y así fui avanzando pero en un momento lo dejé, no hice ni la pintura ni la instalación eléctrica”, comentó sobre el proyecto del Ford T.


En cuanto a los tractores, Ripoll contó que cuenta con trece unidades, algunas restauradas y en funcionamiento y otras, como las que están en el taller, en proyecto para volver a funcionar.


“Son unidades de casi 100 años, que funcionaban con motores agricol, a kerosene, porque la nafta era muy cara y muchas veces se fundían por esto”, explicó.


El más viejo lo descubrió mientras viajaba y pasaba por Zanjón de Oyuela, una localidad de Río Negro. Se trata de un Case de motor cruzado de más de 100 años que trajo en camión desde allí.


Con miles de kilómetros y países recorridos a lo largo de su vida, su colección no solo abarca objetos locales y nacionales, sino que en su poder cuenta con curiosidades como una brújula de un submarino alemán de la época de la segunda guerra mundial, tocadiscos de mediados de siglo y autos a escala de diversos países del mundo.


A lo largo de todos sus años de coleccionista y restaurador, Emilio Ripoll sostuvo que “me hubiera gustado en muchas ocasiones poder hacer un museo para que todas las personas que estén interesadas puedan ver todo lo que tengo pero nunca se pudo dar”.


“Hay muchas cosas guardadas que estarían mejor siendo exhibidas pero antes no tenía tiempo para planificar visitas o lugar y ahora con la edad lo veo lejano”, agregó.


Por último, Ripoll expresó que toda su colección “es reflejo de lo que he vivido y andado por ahí y me hace sentir agradecido por el camino recorrido”.
 

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