07-10-2024
La psiquiatra Alejandra Vitale habló sobre las barreras que existen a la hora de abordar el tema del suicidio. Conocer para entender y escuchar puede hacer la diferencia.
Alejandra Vitale es médica especialista en psiquiatría y psicología médica infantil-juvenil y además de la atención en consultorio, trabaja en la Subsecretaría de Protección Integral de Derechos de la Municipalidad, que depende de la Secretaría de Desarrollo de la Comunidad.
Convocada por Verte para conversar sobre la prevención del suicidio adolescente, la profesional repasó creencias equivocadas, conductas para prestar atención y explicó por qué hablar a tiempo puede salvar.
Se tomó un rato para explicar cómo los medios pueden tender puentes y reconoció que, si bien aún pesa el manto del tabú, el único camino seguro es conocer más sobre las situaciones que pueden derivar en conductas suicidas.
-Parece que hablamos del suicidio sólo cuando se presentan varios casos, pero cuesta mantener ese tema en agenda de manera permanente. ¿Estamos, todavía, ante una problemática tabú?
-En realidad es un tema del que hay que hablar, porque hoy hablar, escuchar y acompañar son las herramientas que tenemos a mano para prevenir el suicidio. No hay otra manera más eficaz de hacerlo que hablar, concientizar, escuchar y saber acompañar.
Todos tenemos una responsabilidad, vamos a decirlo así, un poco secundaria en la comunicación, a la hora de compartir, viralizar, difundir determinadas cuestiones, y no solamente en redes, sino en una charla, en ámbitos sociales, educativos.
Hay que tomar en cuenta los lineamientos para las coberturas periodísticas, porque, por ejemplo cuando suceden estas cosas, hay cuestiones básicas que todos podemos acompañar y revisar antes de compartir o difundir. Que no se utilicen fotos de la persona ni de la escena, que no se difunda el método, que no se mencionen datos personales acerca de la situación que estaba transitando. Si la persona dejó cartas, por ejemplo, o hizo algún tipo de anuncio. ¿Por qué no hacerlo? Porque nada de todo esto podría contribuir de alguna manera a la prevención. O sea, cualquier comunicación por cualquier medio sobre esta temática debe estar destinada a la prevención. Debe ser el único objetivo del contenido promover el diálogo sobre estas cuestiones en los términos de la promoción de la salud y la prevención.
Entonces, ninguna de estas cuestiones que suelen sumarse a la noticia, tiene un objetivo preventivo detrás. ¿Qué le cambiaría a la comunidad conocer el método específico con el que alguien se quitó la vida, o las circunstancias de esa persona? Eso puede generar un impacto desfavorable cuando, por ejemplo, se reduce a razones simplistas. “Se suicidó porque se separó de su mujer o de su marido”, “porque enfermó su hijo”, “porque su empresa quebró” o “porque le fue mal en la escuela”.
Son situaciones que, a veces tratadas de ese modo tan simplista, reducen una problemática tan compleja a un hecho puntual y específico. Creo que es necesario concientizar que es una problemática muy compleja, en donde hay muchos actores y factores que intervienen macrosociales, microsociales, individuales, de la condición de salud de la persona. Además de todos esos aspectos que intervienen, hay diferentes factores de riesgo y modalidades de intervención. A diferentes niveles, cada uno desde su rol comunitario.
Por ejemplo, una es la intervención a nivel político, otra a nivel familiar, y otra a nivel comunicacional. Es importante no perder esa perspectiva de vista. Porque ahí es donde nos perdemos, vamos a decirlo así, las oportunidades de prevención.
-¿Cuáles serían las luces de alarma?¿Qué herramientas tenemos, por ejemplo en una familia, ante la situación de vulnerabilidad de algunos de los miembros?
-Los adolescentes, de por sí, por algunas características de esa etapa de la vida, viven algunos cambios en su conducta, en su estado de ánimo, en su manera de funcionar, de relacionarse con otros, que son propios de la edad. Es importante también trabajar sobre estas cuestiones, concientizar desde el sistema de salud, y en este caso específicamente los profesionales de salud mental, en relación a qué es lo esperable.
Trato de hacer hincapié en estas cuestiones porque son las que más frecuentemente me consultan. En términos generales, los cambios de ánimo que un adolescente puede presentar en el contexto de esa etapa de la vida, suelen ser que de repente los vemos más irritables o con cambios de ánimo repentinos. Y esto es totalmente esperable. Incluso tiene una explicación neurobiológica en relación a los cambios que sufren. Sin embargo, cuando estos cambios de ánimo son sostenidos en el tiempo, tienen una intensidad que empieza a repercutir en su función cotidiana, o empieza a interferir en sus rutinas, tenemos que empezar a ver al menos qué está pasando.
A ver, ¿qué significa esto? Una cosa es que de repente nosotros empecemos a ver al que era nuestro niño o niña más irritable, más rebelde, más contestador o contestadora, o más confrontativo. Y otra cosa es que esto, por ejemplo, le empiece a traer problemáticas a la hora de vincularse con pares y le impida hacer lazo social.
Otra cosa que muy frecuentemente pasa en la adolescencia es que empiezan a retraerse un poco más. Empiezan a ser más celosos de sus espacios privados, de sus lugares, de sus momentos, incluso de la privacidad. Entonces, de repente, los papás o las mamás te dicen, “ahora está todo el día en la habitación”, “no le interesa nada”, o al menos no las cosas que previamente le interesaban o que lo entusiasmaban. Entonces, ahí es importante tener en cuenta que una cosa es que no le interese nada de otras cosas que le interesen otras cosas.
O sea, poder pescar un poco esta cuestión de que es importante que ellos empiecen a delimitar su espacio privado, sus tiempos y sus momentos, pero la pauta de alarma básicamente va más o menos apuntando a lo mismo y es cuándo esto empieza a interferir en su vida diaria y de repente no quieren ir a la escuela, no participan de la mesa familiar, de las actividades familiares, dejan de hacer cosas que les gustaban. Y ya no es que no les interese lo mismo, sino que no hay cosas que los entusiasmen. Entonces ahí de repente puede estar pasando alguna otra cosa.
Y otro tema muy alarmante es el tema de las autolesiones. Es muy común que muchos adolescentes recurran a las autolesiones. En términos generales, suelen ser cortes superficiales en diferentes partes del cuerpo, las más frecuentes en los antebrazos o la entrepierna, como método de descarga de su angustia o de algún malestar que estén transitando. Si bien no siempre van ligados a ideas suicidas, sí nos avisan que hay alguna situación que están atravesando para la cual no tienen mejores herramientas para gestionar que la autolesión.
Estar advertido de estas cuestiones, por ejemplo, si de repente uno advierte que la ropa que llevan no es acorde al clima que en pleno verano tienen mangas largas o en el caso de las mujeres no quieran usar mallas ¿por qué? porque nos tapan partes particulares del cuerpo que, por ejemplo, a veces casualmente la ropa tenga manchitas de sangre que a veces uno desde el desconocimiento y no desde el descuido atribuye a que se raspó, se lastimó cuando esto ocurre en forma repetida quizás es momento de ver qué sucede y esto muchas veces o por ejemplo si pasan mucho tiempo en el baño o en lugares en donde no hay nadie más que pueda compartir con ellos ese espacio.
Y por otro lado, está lo que nosotros llamamos los “equivalentes suicidas”, que es cuando una persona no dice explícitamente “me quiero morir” sino que en sus expresiones aparecen lo que llamamos equivalentes suicidas, expresiones del tipo: “estarían mejor sin mí”, “soy un problema para todo el mundo”, “quisiera acostarme a dormir y no despertarme”.
La persona lo está diciendo explícitamente, pero son frases o expresiones que a nosotros deben alarmarnos. Mínimamente están advirtiendo que algo puede estar pasando y que es necesario detenerse y tener un diálogo al respecto con ese niño, niña o adolescente.
En esos casos, deberíamos interrogar sin miedo, hablar de esto, porque muchas veces las personas no cuentan estas cosas porque no saben cómo hacerlo porque tienen miedo a la reacción de la otra persona.
Si uno sospecha que algo de esto puede estar pasando, debe ser el adulto el que pueda brindar ese espacio seguro, empático, donde preguntar sin miedo. “¿Pensaste en la muerte?” Puede ser una pregunta para que esa persona, de ser así, lo pueda expresar con libertad porque es la única manera de poder ayudarlo.
Justamente esa distancia, ese rechazo que tomamos sin malas intenciones o por el desconocimiento es lo que deja a la otra persona muy sola, por eso la importancia de hablar estas cosas, de que el otro sepa que estamos ahí para escuchar. Hoy está demostrado que hablar de esto y preguntarle a una persona explícitamente si pensó en la muerte y necesita ayuda no incita a que lo haga. Ese es el temor que yo más veces escucho y la pregunta que más me hacen: “Si le digo si pensó en la muerte es como que le estoy dando lugar a que lo haga”.
Hoy está demostrado que no es así, que hablar de la muerte, hablar del suicidio no incita a las personas a hacerlo, preguntarle a alguien si pensó en la muerte, no incita a que lo haga, sino todo lo contrario, le ofrece un espacio para, justamente, si esto es así, poder hablar de lo que le pasa. Y es quizás la oportunidad que tenemos de evitarlo.
-¿Qué pasa en el ámbito educativo? Estos signos de alarma, el aislamiento, los cambios de humor de una manera sostenida y que no le permitan vincularse, algunas de estas cosas en la escuela se pueden advertir y también habrá otras que se puedan advertir sólo en la escuela.
- Las cosas que más suelen surgir, al menos en lo inmediato, son las dificultades en la socialización y en el aprendizaje. Cuando un niño, una niña, un adolescente, que venía teniendo un determinado desempeño, ni bueno ni malo, determinado desempeño, y de repente eso empeora, sin ningún motivo aparente que pudiera tener que ver con eso y no puede verbalizar nada en relación a eso, es un llamado de atención.
¿Por qué deja de relacionarse con otros chicos? ¿Por qué, de repente, empieza a participar menos en espacios con pares? Insisto, ya sean recreativos, académicos, o cuando su rendimiento pedagógico se deteriora sin ninguna cuestión, al menos evidente, a la que nosotros se la pudiéramos atribuir.
Puede ser una oportunidad, o debería ser una oportunidad, para detenerse a preguntar qué pasa. Y no hay que perder de vista que escuchar es una responsabilidad. Cuando uno abre esa puerta, también es importante estar dispuesto a escuchar y acompañar. Y al menos garantizar que eso suceda. Y si uno no está a la altura de la situación, es importante convocar a otros referentes afectivos, consultar al sistema de salud si hay alguna urgencia, y si es necesario, incluso acudir a una guardia.
-Hay dos cuestiones que entiendo que asocian con la posibilidad que aparezcan ideas suicidas suicidas o que podrían desembocar en cuadros de ese tipo, pero no sé si es correcto, vos me corregirás. Por un lado, todo el mundo que se abre con el consumo de sustancias, y el otro tema el de los trastornos alimentarios.
- La problemática del suicidio no está asociada a ninguna condición de la salud mental específica, no es propia de los trastornos de la alimentación o de las personas con problemáticas de adicciones ni a la depresión. La depresión suele ser una de las condiciones mentales que más se asocia al suicidio y en realidad, es un fenómeno muy complejo desde el punto de vista macro y micro social, del sistema de salud, de las condiciones de las personas, hay muchas variables que intervienen.
Incluso muchas veces nos sorprendemos, vamos a decirlo así, entre comillas, cuando esto sucede o una persona toma esta decisión y de repente lo que uno escucha es “el día anterior fue a trabajar” o “llevó a los nenes a la escuela”. Existe ese prejuicio de que la persona que toma esa decisión está transitando una depresión o una condición específica de la salud mental y esto no siempre es así.
Desmitificar estas cosas es importante porque uno se sorprendería de la cantidad de personas que han pensado en la muerte en un momento difícil y no lo han podido comunicar. Incluso personas cercanas a nosotros, esto lo dice la estadística, la cantidad de veces que las personas refieren haber pensado en la muerte aún cuando no lo hayan intentado ni lo hayan hecho.
Lo que me parece importante explicar también es que una persona que piensa en la muerte o en el suicidio no es una persona que se quiere morir, es una persona que quiere dejar de sufrir, que no es lo mismo. Es importante tenerlo en cuenta porque el suicidio aparece como una respuesta posible a una problemática a la que no se encuentra otra salida ¿Por qué? Porque de acá se desprende el otro gran prejuicio con el que lidiamos, que es si se quiere matar, se mata, no avisa. O “el que se quiere matar, no lo dice”.
Y las estadísticas nos dicen que la mayoría de las personas que se suicidan lo han dicho, lo han intentado previamente o han consultado el sistema de salud. Entonces digo, ahí hubo muchas oportunidades de intervenir. Y a veces son estos prejuicios los que no nos dejan hacerlo.
Pensar que si lo dice no lo va a hacer, que debe ser algo pasajero, o que si está bien, si va a trabajar, “funciona” o si no tiene un diagnóstico en particular o una condición de salud mental asociada entonces esto no va a suceder es un error. Está bueno desmitificar estas cuestiones para que estemos un poco más advertidos de que a cualquiera de nosotros le puede pasar que en una situación difícil sienta que no hay salida, que no encuentre solución, y que escuchar al otro y más allá de no poder brindar una solución, estar ahí con una escucha empática, garantizando que reciba la atención que necesita, es la manera más eficaz que tenemos de evitarlo.
- ¿Se dan situaciones donde verdaderamente se da como oleadas de suicidios? ¿O el efecto contagio es por la difusión?
-En términos generales, esto sucede y por eso surgieron los lineamientos internacionales acerca de los modos de comunicar. Eso suele pasar cuando se hace un mal tratamiento de la información, pero no por el hecho en sí mismo. No es el hecho, sino lo que se construye en función de ese hecho del suicidio, el modo en que se comunica, el modo en que se difunde.
Lo que sucede es que genera determinadas cuestiones identificatorias y por eso la importancia de tratarlo responsablemente. Y me parece muy importante que siempre el objetivo de la comunicación o del diálogo sobre este tema sea la prevención. Y prevenir tiene que ver con esto: desmitificar los prejuicios, abrir el diálogo, estar dispuesto a construir espacios de escucha, acompañamiento y garantizar la consulta profesional.
Invitación
En el marco de una de las primeras iniciativas de la renovada Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de Olavarría, el miércoles 9 de octubre a las 18 horas se realizará en la sede de Suteba (San Martín 2972) una charla sobre la prevención del suicidio que estará encabezada por la Dra. Alejandra Vitale.
La actividad está destinada a familias y educadores/as que acompañen la educación y crianza de niños/niñas y adolescentes.
La actividad es abierta al público y se invita a todas aquellas personas interesadas en reflexionar y compartir experiencias en torno a esta problemática.