12-10-2024
El jueves comenzó el juicio por el crimen de Carlos Cordero, el ex militar cuyo cuerpo fue encontrado mutilado y calcinado en 2019. Están acusados del hecho Claudio “Chaco” Ibarra y Anabella Landalde.
El pasado jueves comenzó en el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de Azul el juicio por el crimen de Carlos Cordero, un militar retirado de 60 años que en 2019 fue asesinado de un disparo y luego descuartizado e incinerado.
Por el aberrante crimen están en el banquillo de los acusados Claudio Daniel Ibarra Arrieta, alias “Chaco”, y su pareja Anabella María José Landalde, hoy de 44 y 27 años de edad, respectivamente. La causa está caratulada “homicidio doblemente agravado por el uso de arma de fuego y por su comisión con alevosía”.
La familia de la víctima participó de la primera audiencia en Azul y se enfrentó a los imputados, que desde entonces están detenidos.
Carla Cordero, una de las hijas del hombre asesinado y quien ha encabezado los pedidos de justicia por la muerte de su padre, habló con Verte sobre sus sensaciones tras el inicio del proceso judicial que continuará el próximo jueves.
“La verdad fue muy triste para nosotros como familia. Muy triste tener que verles la cara a las dos lacras que mataron a mi papá. Fue la primera vez que los tuvimos cara a cara. Realmente horrible” sostuvo.
En la misma línea, confesó que “la verdad es muy difícil estar ahí… si bien yo estaba esperando que llegue el día, es muy triste” repitió.
No obstante, Carla Cordero valoró que “el juicio no se haya suspendido otra vez”, ya que se había postergado en tres oportunidades, y manifestó que con su familia “por un lado estamos contentos de que por fin se empiece a hacer justicia por lo que hicieron”. En 2022, una de las suspensiones del proceso judicial se dio luego de que declararan a Ibarra “psicótico”.
El próximo jueves será la segunda audiencia, y “van a ser 3 o 4 audiencias más” acotó la hija del ex militar asesinado.
Los hechos
El 26 de junio de 2019 por la mañana, Carlos Cordero se retiró de su casa en su auto Ford Fiesta Max bordó junto a su concubina, a quien dejó en una dirección y luego dijo que se dirigiría a la localidad de Santa Luisa con el fin de realizar un trabajo de plomería. Nunca regresó.
Su familia radicó la denuncia, caratulada como “averiguación de paradero” la cual derivó dio inicio a la búsqueda del hombre al mando de la DDI Azul y la SubDDI Olavarría. A la madrugada siguiente, su auto fue hallado prendido fuego en avenida Colón y calle 5.
El extraño caso que estremeció a los olavarrienses y trascendió rápidamente en medios nacionales ameritó un operativo de búsqueda sin precedentes del que participaron fuerzas locales y regionales, el cual contó además con un helicóptero de la Policía Bonaerense durante los rastrillajes.
A una semana de la desaparición de Cordero, el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires oficializó una recompensa de más de 200 mil pesos para recolectar datos de interés para la investigación.
El sábado 6 de julio, un cuerpo apareció mutilado y calcinado detrás de un monolito del Gauchito Gil que está ubicado en la colectora de la ruta 226 entre las calles Junín e Ituzaingó.
Con pruebas suficientes para determinar su rol en la desaparición de Cordero, el mismo día del hallazgo del cuerpo carbonizado la SubDDI capturó a “Chaco” Ibarra, un hombre con frondosos antecedentes penales. Entre ambos hubo una llamada telefónica previa a los aberrantes hechos.
La autopsia que luego se practicaría en Junín reveló que la víctima había recibido un disparo de arma de fuego.
Sin embargo, tras la detención de Ibarra la justicia debía actuar sobre la mujer que había entregado a Cordero. Esa mujer era nada menos que la pareja del homicida, Anabella María José Landalde, por ese entonces de 22 años. La joven, que estaba embarazada de 8 meses, fue considerada "partícipe primaria" del homicidio del ex militar.