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13-10-2024

Una historia inspiradora

Kevin Dascon es músico; nació con una dificultad que no le ha impedido saltar cada valla y correr los límites siempre un poco más allá.

Kevin Dascon renueva el desafío de la hoja en blanco. De buscar y buscar las palabras justas para relatar sobre su inspiradora historia, su ejemplo acerca de la vida y los límites, de la belleza que es capaz de sacar con sus dedos y con su voz. Sentir que para describir ello siempre puede haber frases más adecuadas.


Aparece la tentación de teclear un par de vocablos y consultar con la inteligencia artificial, tan a mano en estos tiempos y rastrear personajes célebres que definan a Kevin con la música.


Descartado todo, nadie mejor que él para hacerlo, empezar a conocerlo y entender que nacer con una discapacidad nunca le impidió salir a buscar sus sueños.


“Yo nací prematuro, nací viendo. Tuve un desprendimiento de retina. En la incubadora el calor de la luz fue lo que me produjo la ceguera y en dos o tres meses perdí la visión” cuenta con voz pausada, siempre segura, alejado de los complejos.


Hurgando hasta allí donde los recuerdos se pierden aparece su amor por la música, en el inicio con un ladero muy especial e indispensable. “Es de chiquito. Me encanta cantar, tocar la guitarra. Mi abuelo tenía una guitarra y fue él quien me inició en todo esto", valora Kevin.


También sus padres Romina y Facundo y sus hermanas: Abril, que está a punto de celebrar sus 15 años (“algo vamos a tener que hacer con la guitarra”, anuncia), y Luna que tiene 20.


“Tendría cinco o seis años y le decía a la abuela ‘abuela, puedo agarrar la guitarra del abuelo’ y ella me dejaba si estaba sentado en la cama, para evitar el peligro de que se caiga la guitarra y se pueda romper” trae de lo más lejano que lo lleva su memoria.


Su mano hábil para todo es la derecha, pero para tocar la guitarra es zurdo. “¿Cómo me hice zurdo? Porque de chico usaba la guitarra con el mástil hacia la derecha. Mi abuelo me insistía ‘no m’hijo, se agarra al revés, se agarra al revés’, pero en mi lógica yo pensaba que de esa forma era derecho” pregunta y se responde de inmediato.


“Yo siempre fui muy fan de la música popular; hasta hoy en día. Me gustan mucho el folclore, el tango y él me fue enseñando los primeros acordes. De chico cantaba y a los 14 años tuve mi primer profe de guitarra” marca.


Su ingreso al Conservatorio de Música fue en 2021, con el profesor Walter Resch, tras una formación previa casi autodidacta.


El relato de Kevin siempre retorna a la complicidad del abuelo Juan. “Cuando arranqué el abuelo me dio vuelta las cuerdas y así seguí tocando con la guitarra echada, hasta que ingresé al Conservatorio. Walter me preguntó si quería tocar con la derecha o con la izquierda, pero con la guitarra parada, y elegí seguir como zurdo” revela.


En el hogar de la música olavarriense lo recibió otro profe, de guitarra, José Lucero Pedraz, que es zurdo como Kevin: “El mismo se dio cuenta de que si estaba tocando con el mástil de la guitarra para la derecha es porque soy zurdo”.


Desde aquel 2021 hasta hoy su proceso de aprendizaje es igual al del resto de sus compañeros, pero distinto, valga la contradicción: “Yo saco todo auditivamente. Los profes me van haciendo audios para que yo saque las cosas”.


Entre los que no conocen de guitarra (incluido quien está frente al teclado), vale decir que para interpretarla el ‘dedo 1’ es el índice, el ‘dedo 2’ es el mayor, el ‘dedo 3’ es el anular y el ‘dedo 4’ el meñique.


“Los profes me dicen ‘con el dedo 1 pisá cuerda 4’ y así me lo van detallando. A mí lo que más me cuesta es lo teórico, pasa que gracias a Dios tengo facilidad para sacar las cosas de oído” admite.


“Quiero agradecer a mis profes. Tengo que nombrar a Pablo Passini, Ramiro Carreira Neto. Y no puedo dejar de mencionar a una escuela que fue vital para mi formación, la Escuela 505, que es mi segunda casa” suma.


Metido en este medioambiente, ayuda a su impulso y su voracidad por desafiar los límites. “Tengo una relación espectacular con mis compañeros. Yo me siento uno más. No es que dicen ‘él es ciego, trátenlo distinto’. Yo mismo trato de inculcarles que se me trate como a uno más, aunque creo que quien tiene que buscar la integración es uno” opina Kevin.


Y redobla su apuesta con esa personalidad tan definida en sus jóvenes 24 años: “Una cosa que no me gusta es que me tengan lástima, eso de ‘ay pobrecito, no ve’. Uno es como es y yo me siento como uno más. Hasta con las calificaciones lo pienso así. No me gusta que me regalen las notas. Si me merezco un 1, que me pongan un 1. No me sirve que me digan ‘estás tremendo, te merecés un 10’, cuando capaz que había sido un desastre. Creo en la igualdad para todo”.


Desde lo que empezó con el abuelo, que sigue en el Conservatorio, en Kevin se va afianzando cada día más lo que trae en la sangre y de más esta apuntar que lo expresa con convicción: “Para mí la música es otro mundo, es conectarse con uno mismo y olvidarse por un momento de todo lo que nos rodea, de los problemas. Tanto cuando canto, como cuando estoy con la guitarra”.


“La música es todo para mí. Es una sensación mental, corporal. Es sentir en ese espacio algo maravilloso” añade.


Del palo del folclore, de niño lo cautivaban las letras y la interpretación de Horacio Guarany, o cantantes como Enrique Espinoza, Zamba Quipildor, Jorge Cafrune.


“Me dicen que me queda muy bien la zamba, pero yo creo que es saber interpretar mientras uno canta, saber qué dice la letra y meterse en ese personaje. No quita que cuando me gradúe y dé clases incursione en otros estilos” cuenta Kevin.


Entre sus frases, reaparece la importancia de su abuelo Juan: “Estos son mis gustos musicales, pero también escuchaba siempre a mi abuelo. Aún nos seguimos juntando y nos ponemos a tocar la guitarra. El es mi figura para que yo me haya iniciado en la música. Me aconseja, me dice ‘esto está bueno; esto sí, esto no’. Me encanta escucharlo, me gusta que me dé sus consejos”.


A Kevin, la formación lo está llevando a incursionar en territorios desconocidos, como el de la música clásica. “Es otro mundo, algo muy lindo. Los profes también me van pasando las partituras en audios y yo las tengo que memorizar, tener en mis oídos, en mi cabeza y después estudiarlas como cualquiera” explica, siempre con esa calma y ese tono que raramente se modifica, siempre que no sea cuando apela a la admiración por su abuelo Juan.


En un alto en la narración sobre la música Kevin viaja algunos años atrás y su memoria le permite rescatar que el deporte es otra de sus pasiones, que le encanta el fútbol, que sigue la Champions League a través de los relatos alternativos de ESPN.


Que cuando escucha a Víctor Hugo reconoce su capacidad descriptiva para contagiarle lo que está pasando allá en la cancha; que salió tan loco como miles el 18 de diciembre de 2022 a las calles céntricas para festejar “la tercera”, pero que también lo hizo con las dos Copas América y que participó dos veces en los Bonaerenses.


“Entre 2012 y 2018 hice ‘deportivo’: natación, lanzamiento de bala y en una ocasión hice carreras. Pero lo que más me gusta es natación” confiesa Kevin.


Lo inspirador de su historia de vida no es sólo el dato más relevante para una entrevista. “Me lo dicen” cuenta Kevin y reacciona con una carcajada como pudorosa.


“Yo creo que todos tenemos alguna incapacidad o dificultad. En mi caso es la visión y a veces pienso que más que una dificultad es algo que no sé si definirlo como una bendición. Yo soy feliz como soy. Muchos me han preguntado si me gustaría poder recuperar la vista. Si se diera sí, pero no es algo que me obsesione” dice con una sinceridad que brota en cada gesto de su rostro.


Además de su formación académica, Kevin hoy participa en dos grupos musicales: uno de folclore y tango y otro de folclore, “La Huella” y el Ensamble de Música Popular de Ernesto Sabattini.


Haberlo conocido a través de su música y de sus reflexiones implica presagiar que Kevin no seguirá la vida sentado para ver pasar el mundo a su alrededor.


“Quisiera ser profe de canto. Una vez terminada la carrera de guitarra me gustaría hacer el profesorado de canto popular. Y tengo otros sueños personales, como poder llegar algún día al Festival de Doma y Folclore de Olavarría, a un Pre Cosquín o a un Cosquín. Serían nuevos desafíos, pero los afrontaría” promete.


¿Alguien tiene alguna duda de que Kevin también irá por ellos?
 

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