14-11-2024
El prestigioso meteorólogo Lucas Berengua explicó para Verte la tragedia meteorológica que vive el sur de España y analizó la realidad de la región.
La DANA, una sigla desconocida para muchos, quedó en el centro de la escena mediática en las últimas semanas como consecuencia de la tragedia meteorológica que provocó en Valencia y sus alrededores, con una enorme devastación, 216 víctimas mortales y que aún tiene en estado de alerta a gran parte del territorio español.
La sigla significa "depresión aislada en niveles altos", es un concepto que empezó a ser usado por meteorólogos españoles hace unas décadas para diferenciarlo del de “gota fría”, más genérico y que suele utilizarse para hacer referencia a cualquier situación de lluvia intensa y abundante, sobre todo cuando ocurre en la costa mediterránea de la Península Ibérica durante el otoño.
Se trata de un fenómeno en el que una masa de aire polar muy fría queda aislada y empieza a circular a altitudes muy elevadas (entre 5.000 y 9.000 metros), lejos de la influencia de la circulación de la atmósfera.
Luego, al chocar con el aire más cálido y húmedo que suele haber en el mar Mediterráneo genera fuertes tormentas, sobre todo a finales del verano boreal y principios del otoño, cuando las temperaturas marítimas son más elevadas.
El prestigioso meteorólogo azuleño Lucas Berengua, colaborador habitual en este espacio, analizó las características del fenómeno y se refirió a la chance de que algo parecido ocurra en la región, que aún recuerda en Olavarría el triste episodio de las inundaciones de 1980 y su correlato de 1985.
“Una depresión es un centro de baja presión” sintetizó Lucas y añadió que “la atmósfera se comporta con zonas de alta y zonas de baja presión por diferencias de densidad que se producen a causa de diferentes temperaturas que provienen de la diferencia de radiación del Sol en el planeta y de las masas de aire que se conforman al respecto”.
“A 5.000 metros de altura en la atmósfera ocurren desplazamientos muy grandes de aire, más frío y más cálido, en corrientes de viento del oeste en latitudes medias en el hemisferio norte y latitudes medias en el hemisferio sur. De manera tal que continuamente el aire frío con su contenido de humedad va circulando por todo el planeta” planteó.
Berengua mencionó que “lo hace en forma de ondas o semi-ondas en las que muchas veces una zona de baja presión se profundiza y se desprende de la circulación y queda como encerrada; es una como si fuera una gota de agua. Por eso al fenómeno de DANA se lo suele conocer también como ‘gota fría’ o bien como depresión aislada en altura o baja segregada. Son todos sinónimos”.
La DANA, indico el meteorólogo azuleño, es un fenómeno que ocurre alrededor del mundo en latitudes medias. En latitudes medias del hemisferio norte se encuentra España, Francia, la parte sur de Alemania y otros países”.
Entonces respondió a la pregunta sobre si un fenómeno de este tipo podría replicarse en la Argentina y en la región centro de la provincia de Buenos Aires.
“Nuestro país también se encuentra en latitudes medias para el hemisferio sur, lo mismo que el sur de África, entonces en ambos hemisferios ya de por sí se define la Dana y suele pasar varias veces al año” observó.
“Generalmente, como se desprende de la circulación general del oeste, una depresión aislada en niveles altos tiene un movimiento lento cuando queda desprendida y hasta que no pierde toda su energía y toda su inestabilidad y vuelve a regularizarse esa circulación desaparece y es que puede permanecer varios días generando zonas de lluvias y tormentas de muy lento movimiento” describió Berengua.
Eso es lo que aconteció en España hace unas semanas y volvió a pasar martes y miércoles de esta semana. “Muchas veces pasa que se producen dos depresiones aisladas en niveles altos y si la inestabilidad es suficiente van a generar sucesivos eventos de lluvias y tormentas con importantes acumulados”.
Todo esto lo empeora cuando en las zonas de lluvias y tormentas hay regiones holográficamente complicadas, que a tantas precipitaciones pueden producir deslaves, riadas y todo lo que venga en consecuencia de las grandes precipitaciones, independientemente de que pueden ser tormentas severas que produzcan tornados o trombas, como ha pasado en España.
“El fenómeno como se produce en España también se produce en Argentina y se produce varias veces al año. El tema también del impacto que tiene este tipo de fenómeno es social y demográfico, en donde entra en juego la gestión del riesgo, entra en juego la densidad poblacional y cómo está preparada la población para enfrentartlo, cómo están preparados los servicios de protección civil y la distribución y comunicación de los alertas cuando son emitidos por los organismos oficiales” advirtió.
“Ya ahí entran a jugar muchos otros factores, independientemente del fenómeno meteorológico en sí. Así que también hay que tenerlo en cuenta. Las depresiones aisladas de niveles altos en la República Argentina, en la región de Cuyo, en el Río de la Plata han sido productores de eventos de precipitaciones” apuntó.
En este sentido se refirió a la inundación de La Plata, cuando en muy poco tiempo una tormenta enmarcada en una depresión aislada de niveles altos, con muy lento desplazamiento, generó las lluvias abismales que produjeron una devastadora inundación.
“Recordemos que la afección de La Plata también tuvo mucho que ver con los varios asentamientos precarios ubicados a la vera de los arroyos, como ‘El Gato’. Otra vez entra en juego la parte social” sumó.
Requerida su opinión sobre si entre la DANA que castigó al sur de España existe algún parangón con lo ocurrido en la provincia de Buenos Aires en el primer lustro de la década del ’80, admitió que no lo tiene muy claro.
“Me requiere un poquito más de investigación ver qué sucedió en la década del ‘80 con las grandes inundaciones de la provincia de Buenos Aires, porque las zonas inundadas fueron mucho mayores. Seguramente haya entrado en juego una sucesión de lluvias que en primera instancia no la puedo asociar a que haya sido una o mas depresiones aisladas en niveles altos” planteó.
Berengua recordó registros de su ciudad en aquella tragedia para transpolarlo a lo acontecido en Valencia: “Recordemos que Azul tuvo un récord de precipitaciones, con 601,2 milímetros para el mes de abril de 1980 y no es fenómeno que tenga algo de parecido al de Valencia, que ocurrió en sólo 12 horas. Acá fueron varios días sucesivos, una cuenca hídrica completamente saturada, que hizo que los arroyos se desbordaran de manera inusual”.