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24-11-2024

El lustro de la educación pública

Por iniciativa del intendente Portarrieu y en la gobernación de Oscar Alende, entre 1960 y 1965 se levantaron en el partido de Olavarría 25 edificios para escuelas primarias. La enorme mayoría nuevas, que van del número 49 al 68, con un diseño muy particular que aún subsiste en varias de ellas.

Una de estas escuelas, por entonces en los suburbios alejados del Centro, tuvo entre sus alumnos a un campeón del mundo en Qatar 2022.

En la inauguración de la Escuela Nº 49 del Barrio Obrero, el 6 de noviembre de 1960, el intendente de entonces Carlos Víctor Portarrieu decía que, al hacerse cargo de la función luego de las elecciones ganadas el domingo 23 de febrero de 1958, uno de sus primeros análisis había sido el déficit de aulas y la deserción escolar en el partido de Olavarría.

“Nos encontramos con cifras aplastantes: la deserción de primero a sexto grado alcanzaba al 50%. En simultáneo el Ministerio de Educación de la Provincia daba a conocer cifras en el territorio bonaerense sobre la falta de aulas. Comprobó que la escuela, fundada como obligatoria, no llegaba a esa realización por la falta de edificios y sus aulas correspondientes” analizaba quien también se desempeñara como presidente del Club Estudiantes.
Portarrieu sostenía ya en su plataforma de 1958 (no a principios del siglo XIX) que “cuando alcancemos que todos cursen 6º grado, como mínimo, podremos ofrecer al mundo la presencia de un pueblo feliz y progresista”.



Al 1 de mayo de 1958 Olavarría contaba con 50 centros de enseñanza entre públicos, privados, rurales, urbanos, serranos, de educación primaria y secundaria para 7.500 alumnos. El número exacto era de 43 escuelas públicas, cuatro privadas y apenas tres jardines de infantes.
En aquel año 1958 la Unión Cívica Radical Intransigente ganaba las elecciones, tanto en Olavarría como en la provincia de Buenos Aires, proclamaba como intendente a Portarrieu y al “Bisonte” Oscar Alende como gobernador. Un hombre también clave en este asunto.
La primera visita oficial de Alende a Olavarría dio nacimiento a un proceso revolucionario para la educación pública del Partido.
En ese encuentro el Municipio propuso un consorcio comunal / provincial para paliar las carencias y el proyecto fue aceptado. La amalgama derivó en la más maravillosa creación de escuelas públicas de toda la historia de Olavarría.

Aquellos suburbios tan alejados del centro, aunque estaban a la misma distancia que hoy (sólo geográfica), se fueron poblando de edificios escolares.
Asentamientos de la clase trabajadora, habitados por nativos e inmigrantes de las más diversas procedencias, en sólo meses pasaron a contar con escuelas en el corazón de sus barriadas: Roca Merlo, del Cementerio, Mariano Moreno, Villa Floresta, Barrio Obrero, El Provincial, La Providencia, Durañona, Villa Von Bernard, la 2 de Sierra Chica, más nuevos edificios para las Escuelas Nº 6 y 22.
Los guardapolvos blancos, tal como la nieve, fueron tapizando con el correr de los meses hasta los rincones más alejados del partido de Olavarría.


Con diferencia de unas horas, el domingo 6 de noviembre de 1960 la plana mayor del gobierno provincial junto con el intendente Portarrieu inauguraron la Escuela Nº 49 “Bartolomé Mitre” (Urquiza y Bolívar), la Escuela Nº 52 (Piedras y Del Valle) y la Escuela Nº 53 “Centenario de Olavarría” (Roque Sáenz Peña y Ayacucho).

El primero de los actos fue a las 10.30 en la Escuela Nº 53 y participaron -además del jefe comunal-, el ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires, el olavarriense Felipe Díaz O’Kelly (creador de la Cerámica Cerro Negro); de educación Ataulfo Pérez Aznar; el senador provincial Adolfo Rocha Errecart; el diputado provincial Bernardo Harreguy; el presidente del Concejo Deliberante Jorge Gainza; el presidente del Consejo Escolar Luis Escudún; autoridades militares, el comisario Francisco Santos, el juez de paz Vicente Lorea, el director del Hospital Dr. Valentín Fal y todo el arco político local (menos el peronismo, que estaba proscripto).

Un tiempo después, durante el primer semestre de 2004, una de sus aulas albergaría en primer grado a un pequeño bahiense, cuyo padre había llegado a Olavarría como refuerzo de Racing para jugar el primer Argentino “B” con nuevo formato: Lautaro Javier Martínez se llamaba y años más tarde se consagraría campeón del mundo en Qatar.
Había abierto las puertas de sus aulas el 6 de septiembre de 1960.
La inauguración en la Escuela Nº 52 en el Barrio Cementerio estuvo a cargo del inspector zonal de apellido Mele, mientras que el padre Jorge Scaini bendijo las instalaciones, y en la Escuela Nº 49 del Barrio Obrero la ceremonia fue presidida por el intendente Portarrieu, con el oficio religioso del padre Daniel D’Imporzano.

Por decreto 2794 del 28 de octubre de 1962 en la esquina de Rivadavia y Azopardo se levantó la Escuela Nº 51 en pleno barrio San Vicente, bautizado así en 1956 en homenaje al padre Vicente Aducci.

El caserío, poblado por mayoría de inmigrantes italianos, era conocido desde el fondo de la historia como “La Noria”.
Las dos primeras docentes, designadas para la inscripción de los alumnos, fueron las maestras Carmen Veyrand y Elba Canevello.
En su nacimiento la Escuela Nº 51 se trataba de una construcción rectangular, con cuatro salones, la dirección, baños para niños y niñas, una sala para la portería y la galería abierta, formada por un alero de tirantes y chapas de fibrocemento sostenido sobre columnas redondas de hormigón.
Su primer profesor de educación física fue el recordado Rubén Vila.
Lidia Block, la primera portera e identificada como “la mamá de todos”, fue jubilada a los 45 años en 1976 a través de la Ley de Prescindibilidad de la dictadura.
“La disposición estaba fuera de la ley, porque no se podía echar a una persona con licencia por enfermedad. Yo estaba recién operada y realizaba tareas pasivas” contó en la publicación con motivo de los 50 años de la Escuela.
Qué más podía hacer…
Tuvo varios personajes destacados a lo largo de más de 60 años de historia: don Benito Caro, “el caminante”, considerado el mayor benefactor de la Escuela.
Desde el 10 de octubre de 1964 la escuela se llama “Pedro Goyena”, por un político, escritor y jurisconsulto argentino cuya ideología se enfrentaba contra uno de los principales postulados de la escuela pública argentina: el laicismo.
Su nombre llegó varios meses después de su fundación, por una iniciativa de la directora Adelfa Syra Herrán de Pressa.


El mismo día que se inauguraron las Escuelas Nº 49, Nº 52 y Nº 53 se colocaba la piedra fundamental para la construcción de la Escuela Nº 55 en Villa Von Bernard.
Y por si fuera poco el ministro Pérez Aznar anunciaba la construcción de otros cinco establecimientos escolares en Olavarría.
Estas cinco siguen en pie en los emplazamientos elegidos seis décadas atrás; la Escuela Nº 55 corrió la triste suerte de la Villa Von Bernard y terminó convertida en escombros bajos las garras de las topadoras.
Sólo quedan un par de pinos como testigos silenciosos del bullicio de centenares de niños y del tránsito de docentes y no docentes por sus aulas.
El sábado 9 de diciembre de 1961 alrededor de las 11 de la mañana, apenas un año después de aquel anuncio, sobre el margen izquierdo del camino de acceso a la Villa se inauguraba la Escuela Nº 55, donada por el presidente del directorio de Calera Avellaneda.
Contaba con 4 aulas para grados primarios, un salón para jardín de infantes y otro para biblioteca, la dirección, amplios baños y la cocina, sobre una superficie cubierta de 478 metros cuadrados.

El ministro de educación no era Pérez Aznar, sino Juan Martín Ametrano. “Que las fábricas se levanten como en Olavarría, que las mieses se prodiguen como en estos campos y los ganados se multipliquen como en estas praderas, pero que por sobre esa grandeza material, flotando como una bandera, surjan corazones argentinos o extranjeros que desplieguen su generosidad para compartir con ellos todo lo que tienen, para que todos sean felices” fue la arenga de Ametrano durante el acto inaugural.
“Mi señora y yo tenemos el alto y grato honor de poner a disposición del Ministerio este edificio y al hacerlo formulamos nuestros más cálidos y fervientes votos para que sea faro permanente de irradiación espiritual y para que la comunidad ideal del hogar y la escuela sea aquí una hermosa y constante realidad” le contestaba Carlos Von Bernard.

Se mantuvo en pie hasta mediados de la década del ‘80. Hoy, un edificio con el mismo número de escuela funciona en el Barrio AOMA, a pocos kilómetros de allí.


Para descomprimir las matrículas en aumento de las Escuelas Nº 49 y 24 (en aquellos años, en Pringles y Del Valle) el diseño estratégico para el crecimiento de los establecimientos públicos en Olavarría propició la creación de la Escuela Nº 56 en la esquina de Urquiza y Pueyrredón.
Abrió sus salones en pleno barrio Villa Floresta el 10 de abril de 1962, su directora era Carmen Politti de Piriz, con una primera matrícula de 125 alumnos.
“En este barrio no había nada y los chicos tenían que trasladarse a otros establecimientos, algo mucho más delicado que ahora porque esto era campo, calles de tierra y sin iluminación” contaba su sucesora Silvia Giglio en ocasión del cincuentenario de la Escuela, en 2012.
Tanta era la ausencia de servicios en Villa Floresta a comienzos de los ‘60 que la Escuela albergó el primer teléfono público para ese sector de la Ciudad.
Don Alfredo Pareja fue un gran benefactor de la escuela que lleva el nombre de su tierra natal. Ecuatoriano, imprentero, luchador por los derechos humanos, la Biblioteca fue bautizada en su memoria y honor y su hijo Gabriel es el padrino de la institución.

En 5 de septiembre de 1961 se abrían las propuestas para la construcción de dos nuevos edificios escolares en Olavarría para las Escuelas Nº 22 y 6, en reemplazo de los ya existentes, con presupuestos de 2.012.052,50 pesos y 2.843.350 pesos respectivamente.
Fundada en 1911, el 20 de junio de 1963 se celebró el acto inaugural de la nueva casa de la Escuela Nº 6, en Trabajadores y Alberdi, construida sobre terrenos donados por Pascual Angeletti, encargado además del corte de cinta aquel día, en el que se aprovechó la ocasión para entronizar en su interior una imagen de Nuestra Señora de Luján.

La directora Isabel Carelli de Mujica, el comisionado escolar Luis Criante, el comisionado municipal José Gainza, la inspectora de enseñanza María M. de Malere y el doctor Portarrieu encabezaron el acto.
Por su parte, el nuevo edificio de la Escuela Primaria Nº 22 “Lanceros General Paz” (9 de Julio entre Juan XXIII y González) llegaba para reemplazar a su primer asentamiento, en Pringles y Trabajadores, ocupado años más tarde por la Clínica Cemeda.
Las primeras informaciones sobre la Escuela Nº 22 datan de julio de 1902, su primera maestra y directora fue María Josefa Linares, quien había asumido sus funciones el 1 de julio de 1902.

En el año de su fundación el sector revestía la categoría de “escuela rural”, en el paraje llamado “Hornos de Broussain”, dentro del campo de Carlos Landoni, ubicado a 2 kilómetros del centro de la Ciudad en dirección este, a la que sólo se podía acceder en carruaje.

La escuela comenzó con una matrícula de 52 alumnos (27 varones y 22 mujeres), con edades de 3 a 15 años y el horario de clases era de 11.30 a 15.45.

La Escuela Nº 57 abrió las puertas de sus aulas el 7 de mayo de 1962, en lo que hoy es conocido como San Vicente Nuevo y en aquellos años se conocía como el Barrio Siporex, por la denominación de la fábrica de viguetas que se encontraba en las inmediaciones.
Delimitaban la barriada las calles Rivadavia, Laprida, Rendón y la avenida Avellaneda, donde una vez al año circulaban los bólidos del viejo Turismo Carretera, con los hermanos Emiliozzi a la cabeza.
Los ladrillos se pusieron en el corazón de un pequeño caserío, esquina de 9 de Julio y Canaveri, sobre tierras donadas por el abuelo de la primera directora, Albina Defeo.

En un principio el comedor de la Escuela Nº 57 funcionaba en la galería, contaba con dos salones, una dirección, baños y una pequeña cocina.
Varios años después de su fundación se le impuso el nombre “Dámaso Arce”, en honor al prestigioso y aclamado orfebre olavarriense.

Hasta el año 2013 la escuela funcionaba con doble turno, primer ciclo en el turno tarde y segundo ciclo en el turno mañana. Por necesidad, al cabo de años de reclamos, en 2014 se logró la creación de la jornada completa, con orientación en arte.

Con un blanco inmaculado en sus paredes exteriores de ladrillo, la Escuela Nº 58 “Arsenio Cavilla Sinclair” (ubicada en Moya y Sargento Cabral) mantiene inalterable la fachada del día de su fundación, el 10 de abril de 1962.
En su interior todo luce impecable a raíz de las obras de remodelación encaradas hace más de un año por el Municipio y el gobierno de la provincia de Buenos Aires e inauguradas el pasado lunes.

La cocina se renovó por completo en su sitio original, se mudó el comedor en el espacio que ocupaban los salones de primero y sexto grado (sobre la calle Sargento Cabral), se levantaron 4 salones desde los cimientos, se hicieron cuatro baños nuevos (uno de ellos para personas con movilidad reducida), la biblioteca y se cambiaron los calefactores y el mobiliario.
Además, se remodelaron la secretaría y dirección, la sala para las auxiliares y la del equipo orientador. Por supuesto, el patio para los recreos también fue hecho “a nuevo”.

Al perderse todos los documentos con la inundación de 1980 quedó como fecha fundacional de la Escuela Nº 60 (Belgrano 1050) el 2 de octubre de 1964, cuando se le impuso el nombre “Almirante Guillermo Brown”, en un acto que contó con la presencia de una delegación del Arsenal Naval Azopardo, encabezada por el teniente de navío Héctor Moreno.
Por supuesto, también participó aquel día el gran mentor de esta movida, el intendente Carlos Víctor Portarrieu, Alfredo Nicolini por Bomberos y Juan Carlos Vecchi en representación de la Editorial Atlántida de Constancia C. Vigil. Su directora era Delia Olaechea.

La Escuela Nº 59 ubicada en Lavalle y Merlo lleva el nombre de “Hermanas Caro” en honor a cuatro mujeres que dejaron su impronta en la educación olavarriense de comienzos del siglo XX.
Fue creada el 22 de mayo de 1962. En enero de 1971 un grupo de vecinos del barrio y el Rotary Club Olavarría solicitaron que se le imponga el nombre de “Hermanas Caro”.
Recién lograron la aprobación de la iniciativa en septiembre del mismo año. Sus nombres eran Micaela Caro de Amarante, Aurora Caro de Zubillaga, Ana Caro de Pagano y Julia Caro de Fuente.

A este repaso por la creación de tantas escuelas en el Partido pertenece también la Escuela Nº 50 (España y Mitre), que abrió las puertas de sus aulas el 5 de abril de 1961, con su directora Lilia López de Ortiz

Tal vez en aquellos años podía ser calificada como un establecimiento rural: la Escuela Nº 65 “República del Perú”, ubicada en Villa Aurora, fue la única de una lista que va más allá del número 60 edificada en inmediaciones de la ciudad de Olavarría.
Aunque, puesta en contexto, los límites del ejido urbano aún quedaban bastante lejos.
También fue la única de este listado inaugurada en 1964: la Escuela Nº 62 “Baterías de Libertad e Independencia” ubicada en el Paraje Belgrano, a unos 20 kilómetros de Olavarría, fue creada en 1963, lo mismo que la Escuela Nº 61, en el Camino de los Chilenos, aunque su edificio se inauguró el 30 de noviembre de 1965.

La Escuela Nº 63 “Dr. Albert Schweitzer”, en inmediaciones de la Ruta 51 y el cruce a Muñoz, se creó en 1962, mientras Escuela Nº 67 “Alberto Valverde” (en la estancia San Fermín, paraje San Pedro) y la Escuela Nº 68 “Provincia de Corrientes” (en Paraje Las Carmelitas, cerca de la Ruta 226) abrieron sus aulas en 1965.

El edificio de la Escuela Primaria Nº 48 “Primera Junta” del Paraje La Moderna se levantó el año 1960; la edificación de Escuela Primaria Nº 2 fue inaugurada en el año 1962 en Sierra Chica, mientras la Escuela Primaria Nº 10 “Martín Miguel de Güemes” en Recalde, a casi 100 kilómetros del centro de la Ciudad, en el transcurso de 1966.
Faltaba al menos una más: al final de la década, en septiembre de 1969, quedó inaugurado el edificio de la Escuela Nº 72, construida en una fracción de terreno de la estancia “Fortín Catriel” perteneciente al ingeniero Alberto J. Lamas, camino a 16 de Julio, cuya directora y maestra Olga Olimpia Rasposo habló el acto dicen los recortes ya sepia de la época, previo a las palabras del inspector de la Unidad Operativa Nº 20 Osmar Guzmán y la inspectora de enseñanza María Elena Massa de Larregle.
Con el punto final de aquellos discursos muy pocas palabras más, comparado con todo lo acontecido durante la década del ‘60, se pronunciaron en Olavarría para dejar inauguradas escuelas públicas primarias.

Veinticinco se levantaron en apenas un lustro. La mitad de las que se habían construido en los 91 años previos de existencia como Partido.
¿Y después…?

En el transcurso de 1963 la Secretaría de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires otorgó al gobierno de la municipalidad de Olavarría 20 tranvías, un servicio que se estaba desmantelando la capital de la Argentina, para ser destinados a establecimientos escolares.
Cada tranvía tenía capacidad para albergar a 36 alumnos. De los 10 suministrados en una primera tanda, una vez reciclados la escuela de Roca Merlo recibió un tranvía y dos cada una las Escuelas Nº 50, 52, 53 y otros para la escuela aún en construcción en el Barrio El Provincial.

En el mismo plan estaban las escuelas rurales de Crotto, Pourtalé, 16 de julio y Espigas.
Para hacerlas funcionales la comuna debió invertir entre 30 y 40 mil pesos moneda nacional entre la colocación de pupitres, escritorios, pizarrones, etc.


Se agradece la colaboración en la producción de esta nota de las directoras Fabiana Echezuri (Escuela Nº 49), Eugenia González (Escuela Nº 52), Karina Brahim (Escuela Nº 53), Mariela Petersen (Escuela Nº 59), Fabiana Mapis (directora de la Escuela Nº 22), Mariana Román (Escuela Nº 57).

Los aportes de Rosana Sagardía y Marcela Sampietro (directora y auxiliar de la Escuela Nº 56), Marcela Pellejero (secretaria de la Escuela Nº 60), Vanina Pasqualino (preceptora Escuela Nº 50), Patricia Mendoza (Escuela Nº 51) y al personal de la Escuela Nº 58.
Del mismo modo, los datos acercados por Pano Vega, el Jefe Distrital de Educación Julio Benítez, Mónica Poggi y Agustín Francomano (Archivo Histórico Municipal), el personal del CIIE “Gabriela Eugui” y el cuadernillo “50 aniversario de la Escuela Nº 51”, de Walter Minor.
 

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