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Deportes Y miles comprobaron el absoluto estado de felicidad colectiva

18-12-2024

Y miles comprobaron el absoluto estado de felicidad colectiva

A dos años de la consagración de Messi & Cía en Qatar 2022 y de una histórica movilización popular, en Olavarría en particular y en la Argentina en general.

Hasta aquel 18 de diciembre de 2022 eran registros emocionales de los que sólo podían dar cuenta los mayores de 45 años, en Olavarría y en la Argentina. Para el resto de los futboleros eran datos de la historia ya coloreados en sepia y emociones que no habían podido sentir, ni constatar.


Para colmo, desde aquel 29 de junio de 1986 que Diego Maradona levantó la Copa Mundial de la FIFA en el estado Azteca no faltaron quienes le bajaban el precio a lo que el fútbol significa en la cultural popular de la Argentina y algunos hasta se atrevían a comprar selecciones de éxitos fugaces con el sentimiento que convoca la selección de fútbol más laureada de la Tierra.

Este miércoles se cumplen 2 años del título logrado por la selección argentina en Qatar, de la más extraordinaria movilización popular provocada por un deporte en este planeta, de un acto de justicia poética para el más fabuloso futbolista de todos los tiempos, de la mejor final jugada desde 1930 hasta la fecha, del mejor gol jugada de colectiva en las finales de los mundiales, de la mejor atajada de todos los tiempos y del otro lado de una espectacular actuación individual (la de Mbappé) sólo ensombrecida por la potencia de todos los datos que dejaron los más de 180' de una batalla épica en el estadio de Lusail.


Los más chicos y no tan chicos. Los olavarrienses menores de 45 sólo especulaban lo que era capaz de generar en el cuerpo y en los corazones una selección argentina campeona del mundo por el relato de los mayores que tuvieron el privilegio de vivirlo el 25 de junio de 1978 y el 29 de junio de 1986.


Aquella hermosa tarde del 18 de diciembre de 2022, decenas de miles de vecinos y vecinas que aún no habían llegado a los 50 años pudieron constatar frente a los televisores, en sus casas, en sus barrios, en las localidades, alrededor de la Plaza Central que no hay nada en este país capaz de provocar el más perfecto estado de felicidad colectiva que ver a un pibe con la camiseta celeste y blanca ofrendando al cielo la Copa del Mundo.
 

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