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20-01-2025

La desgracia inminente

Los pibes que circulan en bicicleta haciendo caso omiso de las luces de los semáforos y un accidente que no fue peor de casualidad. La falta educación vial y el Estado que sigue estando ausente.

Foto ilustrativa

 

Ante el (o los) accidentes nuestros de cada día al periodista sólo le cabe dar crédito a los testigos, a las pericias, a los informes policiales y hasta a las especulaciones. Casi nunca a lo visto con sus propios ojos.


Hasta que un día, tal como en cualquier evento de cualquier tipo programado, se convirtió en testigo involuntario de un siniestro vial.


Viernes. Minutos antes de las 18. Cruce de Saavedra y Del Valle. Como en todos los cruces con semáforo de Olavarría un adolescente todo vestido de negro, larga colita en el pelo que caía por debajo de su cuello, circulaba guitarra al hombro en su bicicleta por la avenida Del Valle hacia la avenida Urquiza, haciendo caso omiso del semáforo en rojo…


En su andar no se percató de que por Saavedra venía un FIAT Siena dispuesto a tomar el verde que le otorgaba el semáforo y se produjo el impacto que la divina providencia casi siempre se encargar de evitar y esta vez no.


El pibe castigó contra el lado derecho del automóvil, voló más de un metro y medio por encima del rodado, dio una mortal en el aire y cayó de espaldas como una bolsa de papas sobre el asfalto.


El tránsito se detuvo y de inmediato se acercó la gente. También el otro protagonista del accidente, antes recoger en el medio de la avenida uno de los espejos retrovisores que había pedido el auto en el impacto y preguntó por el estado de salud del pibe.


El chico lo miró con indulgencia, se incorporó y pidió perdón.


- Es toda culpa mía, la cagué. Pasé el semáforo en rojo, alcanzó a decir con cara de susto.


- ¿Estás bien, te llamamos una ambulancia?, preguntó una mujer joven.


- No, no lo la llames. Estoy bien-, respondió el chico.


Interrumpió el automovilista y le reprochó con buenos modales su imprudencia.


- Tenés que andar con más de cuidado. No te mataste de casualidad, le aconsejó.


- Sí, sí. Prometo que no lo voy a hacer nunca más-, aceptó el pibe.


La mujer insistió, preocupada por su estado.


- Pero tenés la cabeza y la pierna todas magulladas.


No hubo modo de convencerlo, entonces el periodista testigo del accidente, la señora, el conductor acompañaron al pibe hasta la vereda de la gomería de esa esquina para que se termine de recuperar. Cuando giraron la cabeza ante el grito de otro transeúnte observaron como tres jovencitas en bicicleta cruzaban el semáforo en rojo en la misma dirección del pibe accidentado.


Esto aconteció el viernes en Saavedra y Del Valle, pero las imágenes se repiten decenas de veces por día en cualquier cruce con semáforo: a muchos pibes, por el motivo que sea, en las calles de Olavarría -hablando en criollo- les “chupa un huevo” los semáforos.


A lo más grandes en otras cuestiones viales, también… Es cultural, es un tema de educación. Lo que sea.


Esa misma tarde, apenas minutos después, en otra punta de la Ciudad se produjo otro accidente entre un auto y una bicicleta.


Y como en todas las cuestiones del complejo tránsito de Olavarría esta administración municipal que acaba de comenzar, la anterior, la anterior de la anterior, ninguna se ha decidido a tomar el toro por las astas, con una campaña de educación vial primero y las sanciones que correspondan después.


Y el Estado tiene a mano todas herramientas que le otorga su poder absoluto coercitivo.
 

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