19-03-2025
Ingresó al Hospital embarazada de 28 semanas y cuando se encontraba en un coma inducido los médicos decidieron adelantar el parto de Isabella, que hoy tiene 4 años. Su caso conmovió al país.
Mariana sentada frente a su notebook, Isabella sobre sus piernas y jugando con las teclas. Cuatro años después. Una imagen que resume la batalla por la vida ganada entre la madre y su hija en esos días interminables que el COVID se interpuso entre ambas.
“Ella es especial para toda la familia. La disfrutamos todos los días. Hay días que no son tan buenos y verla bien nos da energía a todos” valoró Mariana, a quien la pandemia la enfrentó durante 45 días con la muerte cuando estaba embarazada de Isabella.
El raciocinio a veces le pide ser diferente con la pequeña, pero no se puede: “Tratamos de controlar eso, de ponerle límites, pero la malcriamos muchísimo. Con mi marido nos agarra en otra etapa de la vida y la disfrutamos un montón. Los hermanos más grandes también”.
El recuerdo del comienzo de la pesadilla la lleva al cumple de su tercera hija: “Después del festejo me internaron. Si bien fue por precaución porque estaba embarazada, no tenía síntomas. A los dos días empecé a estar mal. Lo primero que noté fue que no podía mandar audios porque me agitaba un montón y tenía una tos tremenda”.
A partir de entonces fueron más de 40 días en un coma inducido y de la mayoría de esos días aún no logra certificar si lo que trae su memoria fue tan así: “Hay cosas que yo no sé si las viví o si las soñé. Algunas las consulto. Las he vivido inconsciente y por lo que me cuentan no fueron así”.
Atrapada en un limbo Mariana cree haber escuchado “la tenemos que llevar a terapia”.
“Ahí me asusté por ella” reconoció. En ese momento crítico Isabella aún estaba en su vientre y los médicos del Hospital definieron que lo más indicado para proteger la vida de la beba era adelantar el parto a través de una cesárea.
Fue el 13 de abril. Isabella nació prematura de 28 semanas mientras su madre peleaba por seguir viviendo. “Cuando me desperté ella tenía un mes y medio y yo no entendía muy bien lo que había pasado” narró Mariana.
Al coincidir despierta y lúcida la primera reacción fue descreer de quienes le decían que Isabella estaba bien: “Pedí que viniera mi marido, porque yo estaba segura de que si lo miraba a los ojos él no me iba a poder mentir sobre la nena”.
“El estaba preparado, toda la familia estaba preparada porque sabían que yo iba a reaccionar así. Vinieron todos con fotos de ella, ahí me tranquilicé y me dije ‘bueno, vamos a ver cómo salgo de esta’. Fue un milagro, es la fortaleza que todas las madres tenemos para salir de esta situación y para recuperarme tan rápido” acotó.
Porque si su fuerza para pelear por la vida fue asombrosa, la rapidez de su recuperación también, según la palabra de los médicos que la atendieron.
Antes y después
El regreso a casa se produjo luego de que su foto mediática en silla de ruedas, saliendo del Hospital, trascendiera mucho más allá de las fronteras de Olavarría.
“Ahí me enteré de las cadenas de oración que se hicieron para pedir por mí; cuando abrí el teléfono estaba lleno de mensajes de personas de Olavarría que no conocía y también de mucha gente de otros puntos del país brindando su apoyo. Fue algo maravilloso” valoró Mariana.
En casa esperaban su esposo y sus otros hijos: Valentina que hoy tiene 24 años, Natanael de 22, Guadalupe de 21 y Benjamín de 17 años.
“Me dio mucha ternura porque mis hijos me estaban esperando con unas galletitas que me gustan y yo no podía comer nada. Estuvimos mucho tiempo aislados, no podíamos recibir visitas, ni nada” contó.
Para la llegada de Isabella tuvieron que aguardar aún algunos días más y ya muchas cosas habían cambiado en la mamá de esta historia.
“De la Mariana de antes queda muy poco, porque esto a una la lleva a cambiar la forma de pensar. Antes andaba a mil, hoy lo tomo con mucha más calma. No era muy de festejar los cumpleaños y ahora festejo los cumples y celebro todos los días de poder disfrutar a ellos y de poder disfrutar a ella” reflexionó.
Mientras Mariana habla, Isabella sigue con sus deditos sobre las teclas de la computadora, se roba algún beso de su madre, le pide complicidad con sus cosas.
“Uno a veces está enloquecido por la parte económica, por el tiempo. Eso, por lo menos para mí, cambió totalmente” sumó. Las palabras son de una mujer que estuvo muchas semanas cara a cara con lo más temido.
“Sé que estuve cerca de la muerte y hoy pienso cómo hice para superar eso. Hice mucha terapia; hice constelación por algo muy puntual que yo no me daba cuenta y me marcaba mucho, que era no haber estado consciente en el nacimiento de ella. Me angustiaba. Teníamos todo programado y la vida es así, no se puede planear nada. Las cosas son como son y vienen por algo. Nunca renegué de lo que sucedió. Era una prueba que tenía que superar y la superé ", planteó.
Durante mucho tiempo Mariana no pudo pasar por el Hospital, se alteraba con el ruido de las máquinas de terapia.
Hasta la voz de su amado Abel Pintos hoy la transporta a aquellos días: “Las enfermeras, todos en el Hospital, siempre me trataron como una reina y como sabían que me gusta mucho Abel Pintos me lo ponían mucho y hay parte de sus canciones que cuando las escucho me llevan a ese momento”.
El tema “Tiene tu amor” lo recupera cada vez que se para frente a aquella foto de Isabella recién nacida, entubada. Mariana está convencida de que el amor fue lo que le dio tanta fuerza para vivir cuando salió del vientre para que esta foto de hoy sea una realidad, tan felices madre e hija.