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21-03-2025

La Fio investiga sobre residuos eólicos

La propuesta se impulsa en colaboración con la Universidad Tecnológica Nacional. Joaquín Arauz Legnazzi, becario de la Fio, participa de este proyecto que promueve un impacto positivo tanto ambiental como social.

 


“Son enormes. Miden entre 50 y 70 metros”, dice Joaquín Arauz Legnazzi, tratando de recrear lo que sintió en el muelle de Puerto Madryn, cuando tuvo ante sus propios ojos un gigantesco desembarco.

 

Es becario de la Facultad de Ingeniería y no se refiere al avistaje de ballenas francas sino a las palas de los molinos de viento que llegaron en barco con destino al parque eólico “La Flecha”, un ambicioso proyecto de energías renovables que está en Chubut. Y en ese momento pudo tener real dimensión del problema pero al mismo tiempo de la solución que tantas veces había ideado desde el laboratorio de la FIO: lograr que esas enormes aspas, cuando entren en desuso, puedan reutilizarse en la fabricación del hormigón.

 

Con esta investigación, el estudiante corona su final de carrera como ingeniero civil. Una idea que surgió a propuesta del Mag. Gustavo Menéndez, ex docente de la FIO y actual investigador de la Facultad Regional Chubut (FRCH) en la Universidad Tecnológica Nacional, quien se contactó con investigadores de Olavarría en busca de soluciones. A nivel local, tomó la posta la Dra. Silvina Zito, docente de Materiales de Construcción e investigadora de residuos de la construcción y demolición como adición al cemento de nuestra Facultad.

 

Esos fueron los pasos previos que activaron un trabajo conjunto entre el Grupo de Investigación de Energías, Materiales y Sustentabilidad (GEMyS) de la FRCH y el Laboratorio de Materiales de la FIO.

 


Este trabajo tiene como objetivo el reciclaje de materiales de parques eólicos para su uso en hormigoneras, tratando de generar un impacto positivo tanto ambiental como social.

 


 Un 1,5 pionero


“Surgió la posibilidad de tener un becario que investigara de qué manera podíamos usar las palas que se descartan. El Ing. Menéndez trabajó mucho tiempo en el Laboratorio de Materiales de la FIO y propuso el tema. Entre ambas facultades, se han hecho ensayos y pruebas”, cuenta la Dra. Silvina Zito.



La beca de Joaquín Arauz Legnazzi para llevar adelante la investigación es por 6 meses. Inicialmente, el estudiante trabajó en los laboratorios de la FIO.

 


“Nos llegó el material y después de investigar y analizar bibliografía de países como España o Italia, tratamos ver cómo podíamos incorporarlo en el hormigón, triturarlo o usarlo como fibras para ver si aumentaba la resistencia y hacer un aporte tanto ambiental como técnico”, explica el joven que está a un paso del título y trabaja en el Colegio de Ingenieros de Olavarría.

 

Su objetivo fue poner bajo la lupa esas aspas, fraccionadas, provenientes de la Patagonia. “Vimos cómo estaba compuesto el material, qué densidad tenía, sus dimensiones y lo trituramos más. Hicimos las pruebas acá para caracterizarlo y a mediados de diciembre viajamos a una planta hormigón, a Madryn”, explica Joaquín.

 


Propone reemplazar 1,5% del volumen del hormigón por esta fibra, para hacer pavimentos y evitar efectos contaminantes, mediante una investigación que es pionera en Argentina.
Viento a favor.



La investigación de Joaquín Arauz Legnazzi contó “con viento a favor” desde el inicio ya que pudo cotejar los avances locales en una instancia práctica en Chubut, principal provincia generadora de energía eólica.


Ahí se enfocó en el reaprovechamiento de aerogeneradores en hormigones en el marco del PID (Proyecto de Investigación y Desarrollo) que apunta a brindar soluciones innovadoras para problemáticas ambientales actuales y futuras.

 

Trabajó en una planta hormigonera de Puerto Madryn haciendo eje en el desarrollo de mezclas de morteros y hormigones con fibras recicladas de aspas de molinos eólicos en desuso.



Su propósito es incorporar fibras de aspas molidas en mezclas de hormigón y así resolver su disposición final pero al mismo tiempo mejorar las propiedades del hormigón.



“Las palas tienen 25 años de vida útil. Están compuestas por fibra de vidrio y/o de carbono, tienen una resina y a veces madera además de otros componentes. En Estados Unidos las fraccionan y entierran… parecen cementerios. Otros países las convierten en garitas de autobuses o juegos infantiles. No hay legislación a nivel mundial; en Europa recién ahora lo están viendo”, argumenta con preocupación Silvina Zito.

 




La huella FIO


En Argentina, la instalación de parques eólicos continúa desarrollándose de manera creciente, tendencia que se replica en Olavarría con la instalación de varios proyectos en simultáneo. Sin dudas, es una industria que “contribuye con la transición energética a través de la producción de energía más sostenible”, analiza el Mag. Gustavo Menéndez, desde la geografía patagónica.


Por eso, resulta clave “encontrar anticipadamente respuestas respecto de la gestión y disposición de elementos y materiales que surjan del desmantelamiento total o parcial de parques eólicos tras haber alcanzado su vida útil”, como señala este ingeniero en Construcciones y Civil, Máster en Tecnología y Construcciones de Hormigón.



Es graduado de la FIO y hasta 2003 se desempeñó en el Laboratorio de Materiales. Luego emigró a Madryn y desde entonces trabaja en la empresa Infa S.A (Grupo Aluar). En 2010 asumió como gerente de proyectos vinculado fundamentalmente a obras industriales y parques eólicos. Y en 2024 revinculó con FIO como docente-investigador en la UTN- Facultad Regional Chubut en el área de Materiales y director del Grupo GEMyS, para avanzar con soluciones.



Tiene una sólida experiencia en el montaje de proyectos eólicos, primero en el Parque “El llano” y actualmente en “La Flecha”, la base eólica más grande de Argentina, ambas de ALUAR, que tendrá 56 aerogeneradores, capaces de abastecer a 600 mil hogares.


“Gustavo me llevó al parque eólico donde trabaja y justo llegaron al puerto las palas. Es impactante ver el tamaño, miden entre 50 metros y hasta 70”, valora Joaquín Arauz Legnazzi.



Por su parte, el codirector destaca los aportes que se gestaron a mil kilómetros de los molinos patagónicos. “El papel que juega FIO es fundamental en el desarrollo de este tipo de investigaciones ya que a través de la calidad de sus recursos humanos, sus instalaciones y la apertura al trabajo en equipo con otras instituciones, contribuye en la búsqueda de soluciones a los problemas que nos aquejan como sociedad”.



Investigar sin dudas ha sido un enorme desafío para Joaquín aunque admite que a futuro sus expectativas están más centradas en el desarrollo profesional por fuera del ámbito académico.

 


No obstante asume, con enorme humildad, que “sería el primer trabajo en Argentina con este perfil y si alguien sigue la investigación sería muy importante así como sería ideal que las empresas que se dedican a hacer los parques eólicos también contemplen una solución frente a eso”.

 


Finalmente, señala que “no todo es tan verde como parece. El volumen que ocupan estas aspas es tremendo y cuanto más se pueda resolver en el lugar donde se está generando, mejor”. Hoy, a un paso de convertirse en Ingeniero Civil, abraza a la FIO con sentido de pertenencia y, con aires de mérito colectivo, siento mucho orgullo de poder contribuir en el desarrollo de un proyecto con potencial transformador para la industria y el medio ambiente.

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