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23-03-2025

Vivir con el arte como horizonte

Sol García Hurtado estudió en la Escuela de Artes Visuales. Viajó como mochilera e intercambió sus pintadas por alojamiento. Volvió con la idea de irse pero la pandemia tenía algo distinto.

 


La inquietud artística siempre estuvo. Desde chica la olavarriense, Sol García Hurtado se sintió estimulada por su familia “me halagaban los dibujitos” cuenta con una risa de por medio. Esos mismos que se transformaron en murales por el país y América Latina, y que luego se volvieron parte del cuerpo de muchas personas.

 

En su adolescencia cursó en la Escuela Nacional, y encontró en talleres de contraturno, sobre morfología visual y audiovisual, la posibilidad de formarse en lo que le gustaba.

 

Al llegar el momento de decidir qué hacer luego del secundario, se acercó a la idea de estudiar en la Escuela de Artes Visuales “Miguel Angel Galgano”.

 

“Hay mucha gente que decide estudiar en la escuela porque de repente es la posibilidad más cercana de estudiar arte en la ciudad, ¿no? Y termina haciendo un profesorado sin querer ser docente. A mí me pasó al revés, yo quería, tenía un docente de Biología en la cabeza que para mí había despertado ese deseo” recordó la olavarriense sobre su decisión.

 

Conoció la idea del muralismo mientras estudiaba, pero su primer acercamiento real fue mediante una amiga suya. “Una vez la invitaron a pintar un mural y ella es super valiente y no le importa nada, así que me invitó y pintamos una frase de Galeano en el cementerio: ‘los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas’” contó la muralista.

 

Se formó en el tatuaje con Flavio Linares, tatuador de la Ciudad, y realizó algunos cursos en su época de estudiante, en un encuentro latinoamericano de diseño.

 

“Hice cuatro tatuajes y me frustré, porque quise hacer cosas imposibles para quien está haciendo sus primeros tatuajes” relató Sol sobre esos momentos de aprendizaje, y agregó que “no tuve buenas experiencias lidiando con el dolor del otro, aunque por suerte eran todos amigos.”

 

Murales por América Latina

A pesar de su idea original de hacer docencia, al finalizar la carrera emprendió otros rumbos que la llevaron a recorrer Argentina y Brasil, junto a otra amiga, sustentandose con ahorros de un mural que había realizado, mientras ofrecía pintadas por alojamiento. Una lógica que volvió a repetir cuando viajó con su compañero de ese entonces, a quien conoció a la vuelta del primer viaje. Con él viajaron por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y México.

 

Sus experiencias de viaje son parte fundamental de cómo se desenvuelve artísticamente y reflexionó en ese sentido: “Es una manera de ponerte en situaciones en las que jamás estarías si estás en tu ciudad, con toda la gente que conoces, los recursos que tenés y con el apoyo familiar o lo que sea, te obliga a pensar diferente. Es algo de apertura y crecimiento personal muy bueno”.

 

 

La pandemia del tatuaje

 

“Volví con la misma idea de ahorrar e irme, pero llegué dos días antes de la cuarentena obligatoria. En México era un chiste el COVID, y yo llegué acá y a los dos días no podía salir de mi casa, no entendía nada” recordó Sol al pensar en la vuelta de su segundo viaje.

 

Y así es que, con pocas cosas que hacer en su vuelta y sin la posibilidad de viajar, retomó el camino del tatuaje que había dejado años atrás.

 

Su relación con el tattoo primero fue personal, como tantos otros encontró en ese tipo de arte una manera de expresar su propia personalidad y forma de pensar.

 

“El tatuaje tiene como una cosa linda de reconectar con tu cuerpo. De hacer que le tengas cariño y cuidado. Al menos en el mundo que habitamos hoy con toda la presión estética que tiene” consideró la tatuadora.

 

 

“Te dicen todo el tiempo que odies tu cuerpo porque es de cierta forma, porque no se adapta a tal norma, y el tatuaje siento que te hace romper con eso de repente, hay algo ahí de darte esa atención que es donde pienso que te da una reconexión con tu cuerpo” agregó Sol García mientras pensaba en el por qué de sus propios tatuajes.

 

Así es que en la pandemia buscó huecos y espacios cuidados para aprender con otros amigos tatuadores, que la ayudaron con material y prestando sus cuerpos. Y cuando las restricciones lo permitieron, comenzó la profesionalización.

 

Esa chica que no soportaba el dolor ajeno y se frustró rápido, ya no tatúa sólo amigos y disfruta del momento de creación. “Siento que es un proceso divertido, es genial para mí entender si significa algo para vos, ¿qué es lo que significa? Y hacerlo con el cuidado y el respeto que se merece eso” relató Sol García, aunque también destacó las veces que, como en toda disciplina artística, se encuentra con el bloqueo.

 

“Me tengo que poner a ver referencias, tatuajes de otras personas, otros artistas, ilustraciones, hasta pinturas de otras épocas” remarcó e hizo hincapié en cosas que le dejó su formación terciaria.

 

Siempre girando en torno al arte, Sol García Hurtado vive en constante cambio y no se piensa de otra manera cuando habla sobre su futuro y dijo que “me veo moviéndome y eso hace que no pueda pensar en hacer una sola cosa. Cuando yo me muevo y arranco de cero en otro lugar me adapto a las oportunidades que salen”.

 

Muralista, profesora de artes visuales, tatuadora, viajera y quién sabe qué más hará Sol con el paso del tiempo.

 

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